viernes, 14 de febrero de 2014

Los seis dedos de Rafael

Rafael de Sanzio, el famoso artista del Renacimiento, destacó, entre otras, por su obra pictórica, pero también por pintar en algunos de sus cuadros a personajes con seis dedos.

Uno de los ejemplos más significativos es la “Madonna de San Sixto” (1513-1514), donde el Papa Sixto IV aparece representado con seis dedos.


Otro ejemplo, los dedos del pie de San José en “Los desposorios de la Virgen” (1504).


Estas “malformaciones” pictóricas en la anatomía de algunos personajes, por otro lado más habituales de lo que se piensa, se debe a que según el ideario popular, el hecho de tener seis dedos se asociaba a un sexto sentido o a una capacidad innata de profetizar, de hecho son seis las figuras en la “Madonna de San Sixto”, seis los dedos del Papa y seis el significado de su nombre.


En cuanto a San José, fue a quien se le presentó en sueños al ángel, por lo tanto se le pintó con esta característica de “visionario”.

domingo, 5 de enero de 2014

La sonrisa en el arte: Madame Lebrun

Brevísimo apunte de la creadora de la sonrisa: la retratista Élisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842)




En 1787, con este inocente autorretrato en el que abraza a su hija sonriendo, Madamme Lebrun causó un gran escándalo y fue tildada de provocadora e irreverente. Hasta entonces, en el arte occidental, salvo excepciones como el Laooconte o El éxtasis de SantaTeresa, era una convención aceptada el no mostrar los dientes en las representaciones humanas.

Sólo presentaban la boca abierta los que estaban presos de la pasión, los locos, los plebeyos, los actores representando un papel o las prostitutas.

El equilibrio en el gesto, ausente de cualquier manifestación pasajera, mostraba a alguien cuyo dominio de la razón no debía ponerse en entredicho; además, de otro modo, esas efímeras emociones nos alejarían del verdadero personaje retratado.

Seis años después, en plena Revolución francesa, con su autorretrato, Ducreux, se apuntó a la nueva revolución de abrir la boca.





jueves, 26 de diciembre de 2013

Felipe IV a caballo



¿Sabías que la estatua ecuestre de Felipe IV (1640, Plaza de Oriente de Madrid), fue la primera realizada en corveta?

Sin entrar en detalles sobre el encargo, se dice que la Duquesa de Toscana iba a regalarle al rey una estatua similar a la de su padre (la que está en la Plaza Mayor), y para ello, se puso en contacto con el escultor italiano Pietro Tacca, quien a su vez pidió el consejo de Velázquez. El pintor le sugirió realizar una escultura similar a su pintura. El problema vino ante la dificultad de sostener al caballo sobre las patas traseras, que trajo de cabeza al escultor.

La solución se la dio el mismo Galileo Galilei, quien le sugirió hacer la parte delantera hueca y la trasera maciza, además de recurrir disimuladamente a la cola del caballo como tercer apoyo.

Necesitaréis más de ocho toneladas de bronce para vuestra obra, ya que la parte trasera ha de ser maciza. La inclinación, ángulos y cálculos para el vaciado os los haré llegar a la mayor brevedad posible. No dudéis que pondré tanto empeño en esta adivinanzacomo en el más grande de mis proyectos”Galileo Galilei

Desde entonces se utilizó esta técnica para esta nueva modalidad ecuestre.


martes, 24 de diciembre de 2013

La Cruz de Santiago en "Las Meninas"




                                                                      Las Meninas. Velázquez, 1656. Museo del Prado

Estreno blog con una de las obras más conocidas de la Historia del Arte: Las Meninas, o La familia de Felipe IV, ( Velázquez, 1656).

No pretendo hacer ningún análisis formal de la obras o autores que os vaya presentando, sino comentar alguna anécdota más o menos conocida.

Hay una leyenda sobre la Cruz de Santiago que luce el pintor en su autorretrato, que señala que durante la época en la que fue realizado el lienzo, Velázquez no había ingresado aún en la Orden de Santiago, y por tanto, la Cruz fue pintada con posterioridad.

Uno de los deseos más firmes del artista fue precisamente ingresar en la orden militar, debido al prestigio que conllevaba; tanto, como dificultades imponían para su ingreso a los que no demostraban ser cristianos viejos. El origen portugués de la familia paterna no permitía comprobar con exactitud la “limpieza de sangre”, y la hidalguía de la familia materna, provenía de privilegio real, y no por antiguo linaje, otra de las condiciones indispensables para el ingreso.

Por otro lado, el pintor español de la época, aún es considerado un artesano que trabaja con las manos para ganarse el sustento, otro rasgo que haría que la Orden rechazara el ingreso del pintor en la misma. El mismo Zurbarán defendió a Velázquez alegando que no usaba las manos para su sustento sino para expresar su propio arte, y que Velázquez, como los pintores italianos, era un pintor cortesano que no se alimentaba del trabajo con sus manos.

Ante la imposibilidad de conseguirlo, el rey, que tenía a Velázquez en gran estima, decidió resolver el asunto directamente con el Papa, hasta que en 1659, tres años después de haber pintado el cuadro, la Orden resolvió finalmente la admisión de Velázquez en la misma, por lo que la Cruz no pudo ser pintada sobre el jubón hasta ese momento.

Sin embargo, el estado de salud del artista, ya próximo a la muerte, le impediría ser él mismo el que realizara la acción. La leyenda cuenta que fue el mismo monarca quien lo hizo, pero es difícil creer que haya sido pintada por un anciano que no tenía dotes ni oficio de artista, también se dice que fue un discípulo del pintor autor de la misma, pero quién lo hizo realmente aún es un misterio.